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Seguridad de algodón

Cada día en nuestro país se unen a la fuerza laboral, más mujeres de familia con el fin de proveer un mayor soporte para sus pequeños. Lo anterior, ha generado que los roles familiares cambien y se modifiquen en estructuras donde, tanto papá como mamá, buscan brindar cariño y responsabilizarse por la educación de sus hijos.


Sin embargo, algunas veces las madres muestran dificultad para despedirse de sus pequeños e incluso se sienten culpables por no estar con ellos durante el día. No obstante, olvidan que lo más importante de la relación familiar no es la cantidad de tiempo que pasemos con ellos sino la calidad de este tiempo. Por ello, se propone aprovechar aquellas horas y momentos que se puede estar con los pequeños jugando, platicando y escuchándolos con el corazón.


Si les brindamos tiempo de calidad a nuestros pequeños, aprendemos a comunicarnos adecuadamente con ellos y a ESTAR realmente en cuerpo y mente; lograremos fomentar una relación sana y mayor seguridad en los niños.


Aun así, resulta difícil separarse de los pequeños puesto que siempre se elegiría pasar mayor tiempo a su lado y quién no preferiría quedarse abrazando a su pequeño y jugando con él/ella todo el día. Pero desafortunadamente, no siempre podemos estar ahí acompañándolos en cada paso que dan o cada aprendizaje nuevo que retienen. Sin embargo, podemos dejar a un compañerito sustituto que le recuerde a nuestros hij@s cuánto los queremos.


Los peluches suelen ser compañeros increíbles de transición para los niños pequeños, tienen la textura ideal para poder abrazarlos cuando necesiten un apapacho y son juguetes que promueven la expresión abierta de afectos al no tener reglas delimitadas para jugar con ellos.


De igual manera, los peluches pueden ser manipulados de distintas maneras y no requieren un cuidado especial, a diferencia de otros juguetes que pueden ser más delicados. Al tener características de un ser vivo y poder dotarlos con un nombre, edad, fecha de nacimiento y una “personalidad” propia; los peluches o muñecos son ideales como compañeros de juego, de risas, de aventuras y a veces también de lágrimas o miedos.


Jean Piaget, famoso psicólogo, afirmaba que los niños menores de 7 años suelen tener un pensamiento mágico. Lo anterior implica que los pequeños creen que la magia puede producir acontecimientos reales y la fantasía tiene un rol clave en su forma de percibir el mundo. Durante estas etapas de la vida, las madres pueden favorecerse de este tipo de pensamiento y presentar al peluche de sus hijos como un compañero especial, que lo acompañará mientras ella no esté ahí.


Para que se sientan todavía más cerca de mamá, podrían incluso rociarlos con perfume y los pequeños inmediatamente reconocerán el olor y lo ligarán a la seguridad y el apapacho de sus madres. De igual forma, el muñeco podría traer un accesorio de la figura materna como una pulsera o listón, que le fuera familiar al niño y que pudiera reconocer como un objeto proveniente de ésta.


Esta idea del “objeto transicional” viene de la teoría del pediatra y psicoanalista Donald Winnicott, quien establecía que cuando el cuidador primario de un pequeño se aleja del niño; podría reconfortar esa ausencia dejando un objeto al que el pequeño le atribuyera las características de la madre. Este objeto suele ser algo suave, ya que le recuerda al pequeño de la comodidad de los brazos de mamá.


Este teórico establecía que el uso de objetos transicionales comienza desde los 6 meses de edad y en realidad puede utilizarse como herramienta durante los 7 primeros años de vida. De igual manera, un objeto que fue utilizado de esta manera durante la primera infancia, puede ser muy querido para los niños mayores ya que quedarán los recuerdos de la importancia afectiva que se le dio a dicha cosa.


Asimismo, Winnicott afirmaba que a lo largo de nuestras vidas seguiremos dotando a distintos cosas con significados, afectos y recuerdos. Por ello, el uso de un peluche como objeto transicional puede extenderse a lo largo de toda la infancia hasta llegar a la pre-adolescencia o incluso después.


El uso adecuado de los objetos transicionales puede brindarle consuelo a los niños y a sus madres, percibiendo que existe un lazo entre ellos que puede superar cualquier barrera. El peluche / muñeco vendría a representar esa relación de afecto tan intensa e inexplicable que se gesta entre una madre y su pequeño. Con sus brazos suaves de algodón, su mirada de ternura y su sonrisa de complicidad; ¡ será la mejor representación de tu cariño maternal!

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